Camisa de once varas

El origen de este modismo está en una ceremonia que se hacía en el Medievo para adoptar a un niño. Curiosamente, muchas veces el interesado en hacerse con una criatura era un eclesiástico, que buscaba un sucesor.

El rito, que simbolizaba un segundo parto, consistía en que el padre adoptivo metía al adoptado por la manga de una camisa muy holgada, confeccionada para la ocasión, y lo sacaba por el cuello, para a continuación besarle la frente en señal de confirmar su recién adquirida paternidad.

A veces las adopciones no salían bien o traían problemas, sobre todo cuando alguien se hacía cargo de personas jóvenes o adultas, por lo que se recomendaba a los interesados en una adopción que no se metieran en camisa de once varas.

Por cierto, la vara era una barra de madera o metal de medida estándar que se usaba, entre otras cosas, para medir telas y equivalía a 83,5 cm. Esto quiere decir que el dicho exagera las dimensiones de la camisa, pues si la prenda midiera once varas, se llevaría más de nueve metros de tejido.

De esta costumbre surgió el refrán hijo ajeno, mételo por la manga y salirse ha por el seno, que desaconseja el prohijamiento, debido a la creencia de que los hijos adoptivos son díscolos y difíciles de educar. Por extensión, critica a quienes abusan y se aprovechan de la confianza y la buena disposición de los demás.

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